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viernes, 10 de junio de 2011

La Música y el Escritor: Leonard Cohen (en homenaje a Federico García Lorca)



Hoy en la sección de "La Música y El Escritor", el cantante canadiense Leonard Cohen. La semana pasada nos habíamos dedicado, de manera resumida, al legado artístico de Bob Dylan durante la segunda mitad del siglo veinte. No habrá otro Bob Dylan, pero muchos intentaron estar a su altura. Quien, por la calidad de sus discos, estuvo más cerca de ese privilegio fue Bruce Springsteen, sin embargo, tal vez por su lirismo; una gran mayoría reconoce en Leonard Cohen al heredero de Bob Dylan. Pero, dejando las polémicas de lado, voy a indicar sólo tres curiosos detalles: Leonard Cohen es siete años mayor que el trovador de Minnesotta y, mientras que Bob Dylan recibió en 2007 el Premio de Príncipe de Asturias de las Artes, Leonard Cohen recibirá en su última edición el Premio de Príncipe de Asturias de las Letras y también ambos son de origen judio. Pero la carrera musical de Leonard Cohen, en un principio, no fue tan exitosa como la de Bob Dylan y, recién en 1966, gracias a la versión de su canción Suzanne por la cantante folk Judy Collins, obtuvo su primer reconocimiento; tenía treinta y dos años. Un caso extraño en ese entonces, cuando las estrellas de la música pop, en general, empezaban a triunfar en el medio a sus veinte años. A diferencia de Bob Dylan, ya había publicado varios poemarios y dos novelas cuando en ese año lo sorprendió el éxito. Cabe recordad que, durante la misma época, Bob Dylan había publicado su esperada novela Tarántula, muy influenciada por el movimiento Beatnik, aunque obtuvo malísimas críticas literarias y Bob Dylan no volvió a escribir ficción. Sin embargo, recientemente, Bob Dylan escribió el primer volumen de su autobiografía que, al momento de su edición, fue considerada una de las mejores autobiografías escritas en los últimos años. A raíz de ese inesperado respaldo por los especialistas, el año pasado también Keith Richards se animó a publicar su propia versión de su vida.Aunque, a diferencia de la promocionada disputa artística entre The Beatles y The Rolling Stones, pareció no existir el mismo fenómeno competitivo entre estos dos artistas; quizás porque sus estilos, al estar muy emparentados entre sí, al mismo tiempo, también se encontraban en las antípodas de sus búsquedas personales. Bob Dylan siempre buscó siempre reinventarse, mientras a Leonard Cohen simplemente se enfocó en su arte y en pulir su talento a través de los años. Los primeros discos de Leonard Cohen son de un minimalismo acústico asombroso y son los más preciados por los críticos y el público en general. Su primer quiebre importante es con el disco producido por el gran Phil Spector "Death of a Ladies' Man", sin embargo, actualmente Leonard Cohen detesta esta producción. Y en los años ochenta, se vuelca a los sintetizadores, donde se destaca su álbum "I'm your Man" que contiene la canción "Take This Waltz" donde Leonard Cohen musicalizó el poema "Pequeño Vals Vienés" de Federico García Lorca; una de las mejores adaptaciones que se hicieron en el mundo pop de una pieza literaria, poniendo otra vez en la mesa la vieja polémica si se puede considerar al rock un movimiento artístco serio o no. Más tarde, Leonard Cohen se retiró a un monasterio donde se convirtió en maestro Zen.

A continuacón vamos a publicar junto al vídeo oficial de la canción "Take This Waltz", un muy interesante artículo de cómo decir poesía escrito por Leonard Cohen.

Taller Literario La Colmena




Por ejemplo la palabra “mariposa”. Para usar esta palabra no hace falta aligerar la voz, ni dotarla de pequeñas alas empolvadas, ni inventar un día soleado o un campo de narcisos, ni estar enamorado, ni estar enamorado de las mariposas. La palabra “mariposa” no es una mariposa de verdad. Está la palabra y está la mariposa. La gente tendrá todo el derecho a reírse de ti si confundes estos dos conceptos. No le des tanta importancia a la palabra. ¿Qué quieres transmitir, que amas a las mariposas con más perfección que nadie o que entiendes realmente su naturaleza? La palabra “mariposa” no es más que un dato. No te da pie a revolotear, elevarte, proteger las flores, simbolizar la belleza y la fragilidad o interpretar de alguna forma a una mariposa. No representes las palabras. No representes nunca las palabras. No intentes nunca despegar del suelo cuando hables de volar, ni gires la cabeza y cierres los ojos cuando hables de la muerte. No me mires con ojos ardientes cuando hables del amor. Si quieres impresionarme al hablar del amor, métete la mano en el bolsillo o debajo del vestido y acaríciate. Si tu ambición y tu hambre de aplausos te han llevado a hablar del amor, debes aprender a hacerlo sin desacreditarte a ti mismo ni lo que dices.

¿Qué expresión podría definir a nuestra época? Nuestra época no tolera expresión alguna. Todos hemos visto fotografías de madres asiáticas desoladas, así que no nos interesa la agonía de tus órganos achacosos. Nada de lo que puedas expresar con tu cara tiene parangón con el horror de nuestro tiempo. No lo intentes siquiera. Sólo merecerías el desprecio de los que han sido tocados en lo más hondo. Todos hemos visto noticieros con seres humanos embargados por el dolor y la desazón. Todos sabemos que comes como Dios manda y que hasta te pagan para que te subas a un escenario. Estás tocando para gente que ha vivido catástrofes, así que tranquilízate. Di las palabras, transmite los datos y hazte a un lado. Todos sabemos que sufres. No puedes contarle al público todo lo que sabes del amor en cada verso de amor que digas. Hazte a un lado: la gente sabrá lo que tú sabes porque ya lo sabía. No tienes nada que enseñarles. No eres más hermoso que ellos. Ni más sabio. No les grites. No fuerces una entrada en seco. Eso es sexo mal practicado. Si muestras el contorno de tus genitales, entrega lo que prometes. Y recuerda que, en el fondo, la gente no quiere acróbatas en la cama. ¿Qué necesitamos? Estar cerca del hombre natural, estar cerca de la mujer natural. No quieras ser un cantante venerado por un público numeroso y leal que desde siempre ha seguido los altibajos de tu carrera. Las bombas, lanzallamas y demás mierdas han destruido algo más que árboles y poblados. También han destruido los escenarios. ¿Acaso creías que tu profesión iba a escapar de la destrucción general? Ya no hay escenarios. Ya no hay candilejas. Estás entre la gente, por lo tanto sé modesto. Di las palabras, transmite los datos y hazte a un lado. Quédate solo. Quédate en tu habitación. No montes un número.

Se trata de un paisaje interior. Está dentro y es privado. Respeta la intimidad de tus textos, pues fueron escritos en silencio. La valentía de la interpretación es decirlos. La disciplina de la interpretación es no violarlos. Deja que el público sienta tu amor por la intimidad aunque ésta no exista. Sé una buena puta. El poema no es un slogan. No puede promocionarte. No puede fomentar tu reputación de sensible. No eres un semental. No eres un ladrón de corazones. Tanto gangster del amor y tanta tontería. Eres un estudiante de disciplina. No representes las palabras. Las palabras mueren cuando las representas, se marchitan, y no nos queda más que tu ambición.

Di las palabras con la precisión exacta con que comprobarías la ropa de tu colada. No te conmuevas con una blusa de encaje. Unas braguitas no tienen por qué ponértela dura. No tiembles al ver una toalla. Las sábanas no han de dibujar una expresión de ensueño alrededor de tus ojos. No hace falta que llores en el pañuelo. Los calcetines no están ahí para evocarte extraños y lejanos viajes. No es más que tu colada. No es más que tu ropa. No seas un mirón escudriñando a través de ella. Limítate a llevarla puesta.

El poema es mera información. Es la Constitución de la patria interna. Si lo declamas y lo hinchas con nobles intenciones, no eres mejor que esos políticos que tanto desprecias. No haces más que agitar una bandera y llamar patéticamente a la patriotería emocional. Piensa en las palabras como ciencia, no como arte. Son un informe. Es como si dieras una conferencia en la Federación de Montañismo. Las personas que te escuchan conocen todos los riesgos de la escalada, y te honran dando por sentado que lo sabes. Si se los pasas por la cara, estás insultando la hospitalidad que te ofrecen. Infórmales de la altitud de la montaña, describe el equipo que utilizaste, especifica el tipo de superficie y fija el tiempo que duró la escalada. No busques dejar al público boquiabierto. Si el público se queda boquiabierto, no será debido a tu apreciación de los hechos, sino a la suya. Tu mérito estará en la estadística y no en las inflexiones de tu voz ni en los ademanes enérgicos de tus manos. Estará en los datos y en la tranquila organización de tu presencia.

Evita las fiorituras. No temas ser débil. No te avergüences de estar cansado. Tienes buen aspecto cuando estás cansado. Parece como si pudieras seguir y seguir sin parar. Y ahora ven a mis brazos. Eres la imagen de mi belleza



En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados,
hay frescas guirnaldas de llanto.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals, este vals del "Te quiero siempre".

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

Federico García Lorca

Le encantaba jugar a que ponía rostro de muertos; miradme ahora -les decía a sus amigos...