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sábado, 4 de junio de 2011

La Música y el Escritor: Bob Dylan



Elvis Presley y Bob Dylan fueron los dos artistas más influyentes de la cultura popular de los Estados Unidos y del mundo en la segunda parte del siglo veinte; inclusive fueron aún más importantes que The Beatles o de su ícono John Lennon, porque la transformación musical de los cuatro de Liverpool a partir del álbum Rubber Soul fue, en parte, gracias a la metamorfosis de Bob Dylan, cuando pasó del folk tradicional al rock eléctrico con su disco Bringing it all back home de 1965 que contiene canciones inmortales como Subterranean Homesick Blues o Mr Tambourine Man. Este disco cuenta con tanta diversidad de estilos en un poco más de media hora que resulta casi imposible ponerse a pensar cómo fue posible semejante derroche de genialidad durante los minutos que dura el álbum; cuya complejidad de sus textos está a la altura de cualquier poeta contemporáneo o no de la lengua inglesa. Pero, como muy bien retrata la película I'am not there de Todd Haynes de 2007, donde perfectamente conviven Heath Ledger y Richard Gere interpretando al músico, inclusive Cate Blanchett; Bob Dylan sufrió distintas modificaciones. Fue el cantante de protesta, el músico revolucionario, el solitario, el gitano, el cristiano, el decadente hasta su transformación actual donde se ve a sí mismo como un mitológico vaquero del lejano oeste interpretando fantasmagóricas canciones que desempolva en nuevas composiciones o en interpretaciones recientes de sus viejos éxitos. Durante sus actuaciones, hay una breve introducción con una atmósfera circense donde justamente se van enumerando estos cambios artísticos, inclusive menciona irónicamente su época decadente de los años ochenta; entonces aparece en escena la leyenda viviente acompañado por sus músicos.

Robert Zimmerman (adoptó el nombre artístico Bob Dylan como un particular homenaje al atormentado poeta Dylan Thomas) nació hace setenta años en un ignoto pueblo llamado Duluth en el estado de Minnesotta; justamente un sitio propicio para que naciese un artista errante, cuyo origen de su genialidad también es un misterio. Tal vez no tenga ninguna explicación, simplemente fue así como sucedió con su admirado William Shakespare de quien todavía se discute la autoría de sus obras teatrales y sonetos. Con Bob Dylan surge la misma pregunta; ¿cómo fue posible que una sola alma trajese consigo tanto conocimiento de la esencia humana, de los valores morales, etcétera? ¿Cómo fue posible que un solo hombre representase la tradición de la cultura anglo-americana y se remontase inclusive aún a la antigua Grecia, a los orígenes de los trovadores con William of Aquitaine como principal precursor, pasando por Dante hasta llegar a la actualidad y llevase toda esa información en su maleta cuando arribó a New York, la capital mundial de la cultura moderna en ese entonces? Bob Dylan fue un fenómeno cultural y la mejor forma de entenerlo es compararlo al abandono de Moisés en el río Nilo y rescatado por la hija del faraón para años después liberar al pueblo judío de la esclavitud....

Muchas veces se mencionó el rumor de Bob Dylan como candidato al premio Nobel de literatura, lo que, obviamente, produjo mucha controversia en el mundo literario. Una de las frases más recordadas es la que pronunció el siempre polémico escritor norteamericano Norman Mailer: Si Bob Dylan gana el premio Nobel, entonces yo soy basquebolista. Abandonando las discusiones si fuese digno o no que lo premiasen y obviando de por sí las innumerables injusticias y errores que cometió el premio a lo largo de su existencia, vale detenerse en un punto bastante importante; el prejuicio hacia un artista de rock o popular. Algo similar sucedió con The Beatles cuando rivalizaba con la música clásica o llamada seria y entonces se despreciaban composiciones como Eleonor Rigby o Because porque estaban compuestas con algunos acordes de guitarra y las voces de cuatro tipos provenientes de la clase media baja de Liverpool, como si la aparente simplicidad en un determinado arte, fuese sinónimo a incultura cuando debería ser todo lo contrario y admirar ese poder de síntesis musical o literaria. Sin embargo, estas discusiones, justamente muestra el grado de ignorancia en que reside el mundo intelectual cuando cualquier estudio serio de la literatura occidental moderna empieza con los trovadores de la Edad Media, donde surgieron autores como William IX y Sordello. También olvidar que Anton Webern compuso una despojada sinfonía de sólo doce minutos o que si uno le pusiese voz a algunas composiciones de Johann Sebastian Bach sonarían muy similar a las canciones electrónicas de David Bowie. Un artista, cualquier persona que, por ejemplo, quisiera dedicarse a la literatura, antes de escribir una sola línea, debería liberarse de todo el prejuicio que lleva dentro; una actividad tan recomendable como practicar yoga para limpiar el cuerpo del estrés y de otros males que nos agobian diariamente...

Taller Literario La Colmena