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domingo, 29 de mayo de 2011

Uno mismo como base

Por diferentes motivos, los escritores pueden elegir usar elementos de su propia vida en la ficción.
El libro "Escribir sobre uno mismo - Todas las claves para dar forma literaria al material biográfico", de Silvia Adela Kohan (Ed. Proeme, 2002) aborda detalladamente los motivos, procesos e instrumentos relacionados con esta opción.


Fragmento del capítulo inicial:
"Una de las funciones de nuestra experiencia es, pues, servir de cantera de ideas, tanto para la autobiografía como para la ficción. Saber deslindar lo estrictamente autobiográfico de la ficción es la tarea primordial del escritor. A la vez, cuando se convoca la propia historia para darle forma literaria, el proceso a seguir no es intentar escribirlo todo, ni otorgarle una única dirección, sino jugar con lo vivido y escribir lo que se conoce a fondo, aunque no se cuente la autobiografía directamente. 
Pero también el escritor debe saber transformar sus experiencias en literatura: éstas pueden ser especulativas como las de Paul Valéry, mágicas como las de Isabel Allende, oníricas como las de André Breton, fantásticas como las de Gabriel García Márquez o intrauterinas como las de Rosa Chacel.
Son las propias experiencias, sus raíces, su forma de ser y de vivir las que hacen que un escritor decida emplear ciertos referentes y no otros, una clase de comida, un sitio que tal vez es intrascendente para otra persona, que haga reaccionar de determinada manera a un personaje de la novela, que cargue la ira sobre una cuestión que a él le ha afectado y la emplee como disparador de un poema. (...)
Thomas Mann vivió la experiencia del hospital de tuberculosos que relata en La montaña mágica; Ernest Hemingway, la guerra, que despliega en obras como ¿Por quién doblan las campanas?, y Boris Pasternak describió en Doctor Zivago sus celos enfermizos de las aventuras muy antiguas de Zinaida, su segunda esposa. Un texto literario es más rico cuanto mayor número de experiencias amalgame.
Simultáneamente, la experiencia originaria de un texto literario puede provenir de un hecho no vivido directamente, sino tangencialmente, visto al pasar, o que le sucede a un conocido del escritor, que le provoca una inquietud, una iluminación (una epifanía, diría James Joyce), un movimiento interno tan fuerte que no puede dejar de escribirlo.
Escribir la propia vida es abrir una compuerta que puede dar a un túnel oscuro, a un prado en su esplendor, a una montaña difícil de escalar, a una casa lejana, a un país extraño, a un espacio vacío, a un cruce de caminos. Incluye `lo que soy´ y `lo que fui´. A la vez, reflexionar sobre `lo que podría ser´ te permitirá conectar mejor con lo que viviste y lo que vives."