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domingo, 8 de mayo de 2011

Conversando con Abelardo Castillo


"- ¿Un escritor debería tener el suficiente narcisismo como para escribir, y la humildad necesaria como para no tomarse muy en serio?
 - Creo que uno de los peores defectos de los escritores es que nos tomamos demasiado en serio. Lo que hay que tomar en serio es la literatura, no tomarse en serio a uno mismo. ¿Cómo tomarse en serio al escribir teatro, por ejemplo, si se piensa que ya escribió Shakespeare o que existieron los trágicos griegos? Mejor conservar la calma, escribir lo que se pueda, y después, lo que opinen de vos o lo que llegues a ser, ya lo decidirá el tiempo...
 - De todas maneras, usted no parece una persona demasiado modesta.
 - Tengo mis días megalómanos, pero creo no estar afectado por esa locura que les hace soñar a ciertos escritores que son seres extraterrestres, únicos bajo la Luna. Un escritor es un hombre como todos los demás, o hasta peor que los demás, alguien que tiene a veces muchas culpas que pagar y que por eso escribe. Escribir es un destino como cualquier otro.
- ¿Está seguro?
- Sí. Y creo que si algún día dejara de escribir no se me movería un pelo.
- ¿Está seguro?
- No... La verdad que no. Lo que quiero decir es que si dejara de escribir es porque estaría haciendo otra cosa. Claro que, si queriendo escribir, sintiendo la necesidad de escribir, no pudiera, bueno, entonces me parece que lo tomaría con menos parsimonia. Pero si no escribo y al mismo tiempo no siento la necesidad de hacerlo, ¿dónde está el problema? Me planteo únicamente mi relación con la literatura cuando quiero escribir y no puedo. Ése si es un problema.
- Los buenos escritores siempre empiezan por considerarse buenos lectores. ¿Es modestia o una forma disimulada de vanidad?
- No sé. Yo creo ser un buen lector y un hombre que, hablando en general, escribe. Que escribe lo que puede. Para mí la literatura no son mis libros. La literatura siguen siendo los libros de Tolstoi, de Proust, de Lowry, de Kafka, de Rulfo, de Beckett, de Faulkner... Cuando pienso en la literatura argentina pienso en Sarmiento, en José Hernández, en Benito Lynch, en Marechal, en Borges, en Arlt, en Sábato, en Bioy, en Cortázar, incluso en unos cuantos contemporáneos de mi edad, no en mí. Quiero conservar la ingenuidad de la adolescencia, eso de leer un libro, quedar fascinado y querer llamar al autor, si está vivo, y si no, leer su biografía para saber cómo era, y espero no perderla nunca."

Fragmento del libro "El oficio de mentir" - Conversaciones de Abelardo Castillo con María Fasce - Editorial Emecé (1998)