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sábado, 12 de febrero de 2011

Otro decálogo, para cuentistas

En nuestro primer artículo, nos planteamos si existen reglas para escribir. Muchos han sido los escritores que han hecho intentos de sistematización. Hoy compartimos los consejos para cuentistas que dejara Horacio Quiroga. Por supuesto, cada uno podrá discutir los distintos puntos, pero vale la pena repensarlos.



DECÁLOGO DEL PERFECTO CUENTISTA
 de HORACIO QUIROGA


1.      Cree en el maestro (Poe, Maupassant, Kipling, Chejov) como en Dios mismo.
2.     Cree que tu arte es una cima inaccesible. No sueñes con dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
3.      Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que cualquier otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
4.      Ten fe ciega, no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con el que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
5.      No empieces a escribir sin saber desde la primera línea adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi siempre la misma importancia que las tres últimas.
6.      Si quieres expresar con inquietud esta circunstancia “Desde el río soplaba un viento frío”, no hay en lengua humana más palabras que las expresadas para expresarla.
7.      No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
8.      Toma a los personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
9.      No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala. Si eres capaz de revivirla tal cual fue, has llegado a la mitad del camino.
10. No pienses en los amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene vida en un cuento.