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viernes, 18 de febrero de 2011

Sobre la Creación Literaria: el Bing Bang


 ¿Qué nos impulsa a escribir una historia? ¿A rellenar un papel que no necesita de palabras, guiones, puntos ni comas? Son preguntas que no tienen una respuesta única e, inclusive, me aventuraría a decir que ella no existe. Las historias que escribimos o vamos a escribir son anteriores a nosotros. 

Muchas veces me he engañado de la siguiente manera; pensaba que si no hubiese estado en tal lugar o no hubiese conocido a tal persona, no habría escrito aquel cuento, aquella poesía, pero no ha habido nada más lejos de la realidad que esa sensación. 

La familia Buendía de "Cien Años de Soledad" ya existía muchos años antes que Gabriel García Márquez decidiera divulgarla a través de una novela, lo mismo el Jakob Von Gunten de Robert Walser, por no mencionar la burocracia descripta por Franz Kafka en tantos cuentos. ¡Cuántos castillos y documentos qué completar! 

La ficción es tan milenaria como la creación del universo, no inventamos nada nuevo y, ése sería el primer error a resolver cuando nos sentamos frente a una hoja en blanco; ninguna cosa que se nos ocurra es original. A veces, esta problemática se aclara, si primero nos reservamos algo de tiempo para leer, por ejemplo, sobre la dinastía Chou de la antigua China (1046- 256 AC) y nos daremos cuenta de que todos las preocupaciones que acosaban y limitaban al hombre de ese entonces son las mismas que ahora: las pasiones, el amor, la muerte, la falta de dinero... Muchas veces creemos ingenuamente que antes las personas no mataban por codicia, no morían de amor, no tenían conflictos sexuales; que el hombre moderno ha creado a Madame Bovary o a Hamlet. A diferencia a esas épocas, hay más elementos informativos, sin embargo, eso no ha modificado su esencia. Pero escribimos con ese pre-concepto en la cabeza y, entonces antes de coger un lápiz o sentarse frente a la computadora, sería recomendable quitarnos de la mente esa idea con la lectura y llegar a la conclusión de que los temas que preocuparon al hombre del pasado y el de ahora fueron los mismos. 

Pues, durante un segundo, imaginemos que esas historias son un patrón genético que llevamos dentro desde el momento que nacemos, depende de nosotros explotarlas o no. Y quiero decir todos, el chófer de autobuses, el mecánico, el gran empresario, todos nacemos con esas historias en el interior. El oficio de escribir una historia; es un oficio como cualquier otro que requiere de tiempo, dedicación y, lo más importante, perseverancia. Este último adjetivo es muy importante pulirlo porque suele ser fundamental a la hora de escribir una ficción, es la parte del talento menos tenido en cuenta y que, injustamente, se lo desprecia. Pero, también, debemos entender que es un proceso largo, complejo y sinuoso; donde lo más probable sea que nos desanimemos a los pocos días o meses si nos logramos los resultados que buscamos.

Esta historia continuará en la próxima entrega.....

                                                                               "Bauer"